Como región Latinoamérica es la campeona indiscutible de consumo de azúcar. En el mundo, en promedio cada persona consume 24 kilos de azúcar al año. Sin embargo, el promedio para una persona latinoamericana es de… ¡49 kilogramos!, sí leíste bien, duplicamos el consumo promedio en el mundo según datos de la OCDE y la FAO. Este consumo inaudito proviene de distintas fuentes, pero una particularmente importante es el consumo de bebidas azucaradas. Tomar refresco (soda), néctares, jugos procesados, etc. contribuye a casi el 70% de exceso en el consumo de azúcar de los mexicanos. En este país se estima que el 65% de los niños entre 1 y 2 años consumen bebidas azucaradas… ¡aterrador!
La situación se complica aún más. Según un reporte reciente publicado en la prestigiosa revista médica “The Lancet” la dieta alta en carbohidratos está asociada a un mayor riesgo de muerte, mientras que el consumo elevado de grasas no lo está. Quizá parezcan anti-intuitivos estos resultados, sin embargo se obtuvieron de una muestra nada desdeñable de ¡135,335 individuos repartidos en 18 países de todo el mundo! Son tan claros los resultados que los autores abogan por replantear las guías nutricionales aminorando las directrices tan estrictas al consumo de lípidos y aumentando la restricción del consumo de carbohidratos.
Entonces la pregunta es, ¿por qué consumimos tanta azúcar?
Distintos estudios científicos han encontrado que la diferencia en el consumo de azúcar puede tener un origen neurobiológico. La neurofisiología del sentido del gusto es muy compleja e involucra distintas esferas funcionales. ¿Comemos porque debemos alimentarnos y así sobrevivir? -Sí. Pero seguramente te has percatado que ese chocolate que tienes en la mano no es necesario para tu supervivencia. La realidad es que comer tiene un componente hedónico importante, nos produce placer, lo disfrutamos.
Es aquí donde entra el estudio que te quiero comentar hoy. Investigadores de la Universidad de San Diego, EUA, se dieron a la tarea de investigar si el cerebro de gente hispana se activa de forma diferente al consumir azúcar en comparación con personas no-hispanas. ¿La razón? Además de las comentadas arriba los investigadores mencionan que es importante esta información porque los hispanos tienen mayor riesgo y prevalencia de diabetes, resistencia a la insulina e hígado graso.
En resumen, el estudio examinaba las diferencias entre la actividad de distintas regiones cerebrales al consumir azúcar mediante el uso de resonancia magnética funcional y comparar la actividad evocada de hispanos y no hispanos. Los investigadores encontraron que el consumo de azúcar provocaba una menor respuesta cerebral en las personas hispanas. La diferencia fue especialmente notoria en la amígdala, estructura que participa en otorgar un valor hedónico (placentero o no placentero) a las cosas. Otras áreas con menor actividad fueron distintas regiones de la corteza prefrontal, corteza del cíngulo y corteza de la ínsula, las cuales participan entre otras cosas en la planeación y control de la conducta alimenticia.
Los autores hipotetizan que la menor actividad evocada podría producir dos fenómenos que influirían en la conducta alimenticia. En primer lugar podría ser que el provocar una actividad menor en regiones que codifican “el placer que nos produce la comida” nos impulse a consumir más alimentos, con más azúcares y de forma más compulsiva, toda una teoría llamada de “la obesidad hedónica”. ¿Puedes comer una galleta y dejar el resto del paquete? Yo no. También eso podría explicar el impresionante consumo de refresco por la necesidad de mantener el circuito del placer estimulado. Por otra parte, la menor activación de regiones que codifican el autocontrol y planeación futura podría estar involucrada en la pobre tasa de éxito que tenemos al decidir que ya no comeremos más pastelitos, chocolates o bebidas azucaradas.
Los resultados expuestos son muy interesantes pues prueban por primera vez que el procesamiento del mismo estímulo alimenticio desencadena respuestas diferentes en hispanos y no hispanos. El demostrar esto abre las puertas para diferentes líneas de investigación que estén enfocadas en disminuir el consumo de carbohidratos en la población latinoamericana. Además, de manera personal creo que conocer este fenómeno me hace más consciente sobre cómo reacciona mi cerebro al consumir azúcares y así aumentar mi determinación para disminuir su consumo.
Alfredo Manzano
Referencias:
Dehghan M, Mente A, Zhang X, et al. Associations of fats and carbohydrate intake with cardiovascular disease and mortality in 18 countries from five continents (PURE): a prospective cohort study. Lancet. 2017 Aug 28. pii: S0140-6736(17)32252-3. doi: 10.1016/S0140-6736(17)32252-3. [Epub ahead of print]
Szajer J, Jacobson A, Green E, Murphy C. Reduced brain response to a sweet taste in Hispanic young adults. Brain Res. 2017 Nov 1;1674:101-110. doi: 10.1016/j.brainres.2017.08.024. Epub 2017 Aug 26.